En el año 1899, el pediatra de origen francés, Henry Tissier, logró aislar una bacteria llamada bifidobacteria, esta suele encontrarse en los infantes alimentados con leche materna.
Esta bacteria juega un papel muy importante en la salud del bebé. El cuidado de la flora intestinal puede evitar problemas relacionados con el sistema inmune a lo largo de su vida. El desarrollo de las bifidobacterias en el intestino ayuda a combatir y prevenir la diarrea causadas por infecciones virales o los antibióticos.
A lo largo de la vida las bacterias permanecen dentro del cuerpo humano, representando el 95% de bacterias alojadas en el intestino de un recién nacido, y disminuyendo hasta llegar a un 25% ya en la adultez.
Esta es una de las razones por la que la leche materna siempre será la mejor opción para nuestro bebé. Existen sustitutos de la leche materna que pueden ayudar a suministrar los lactobacilos y bifidobacterias que el cuerpo del bebé necesita.